Por: Matthias Erlandsen, Profesor Universidad del Desarrollo.
La guerra de Putin contra el pueblo ucraniano probablemente desencadene una de las crisis de refugiados más grande de la historia, pero un refugiado es un refugiado, no importa si es europeo o no. Así lo entiende la Unión Europea, luego de proponer la activación de la Directiva sobre Protección Temporal (DPT) para ofrecer asistencia a quienes huyen de Ucrania. Así, lo que la UE busca es ofrecer protección temporal sin discriminación alguna, evitando los complicados sistemas de solicitud de asilo, otorgando permisos de residencia y de acceso a los servicios sociales a las más de 650 mil personas que han huido.
Las imágenes de la última semana son impactantes. Desde la Segunda Guerra Mundial que no ocurría algo así en Europa. Estas escenas, sumadas a las de 2015 —igualmente violentas y tristes— distan bastante de la realidad que enfrentan los migrantes en nuestro continente: hoy, a ningún polaco se le ocurriría quemar las pertenencias de un ucraniano, ningún húngaro creería que les vienen a quitar el trabajo, ningún rumano reclamaría que su cultura cambiará radicalmente con la llegada de migrantes. Al contrario, los vecinos a Ucrania preparan comida para entregar en la frontera, ofrecen llevarlos gratuitamente desde ahí a otros puntos del país, e incluso alimentan y abrigan a los soldados rusos desertores.
La respuesta de los europeos, con toda seguridad, será la misma que el lema de la Unión: Unidos en la Diversidad, porque incluso en momentos oscuros surge una luz de humanidad.