Por Daniela Aguilera Bizama, directora técnica administrativa Hogar Juan Pablo II.
El mes de Mayo celebramos a las mujeres que somos madres, reconociendo nuestra hermosa y dedicada labor que podemos identificar con actos de sacrificio, amor, entrega, singularidades, definiciones y sentires.
Nuestro gran ejemplo a seguir, sin duda es nuestra amada Virgen María, madre de Jesús y quién nos legó el verdadero ejemplo de amor incondicional, de paciencia y serenidad en el cumplimiento del plan divino.
Ella, con su verdadero espíritu de fortaleza, afrontó los dolores más grandes que una madre puede sentir en la vida. Como ella, nosotros hemos de guardar paciencia en las dificultades y ejercer la fortaleza ante los desafíos y pesares.
En los Hogares de Fundación las Rosas, son sólo algunas Residentes las que tienen el privilegio de ser celebradas y abrazadas por sus hijos. Para las que no tienen esta posibilidad, somos nosotros quienes pasamos a cumplir esta función, estando diariamente con ellas, transformándonos en sus hijos y nietos, y como tal, las honramos y festejamos como ellas lo merecen, y por sobre todo, entregándoles amor y compañía.
La invitación que puedo hacer llegar a todos es a acercarse a nuestros hogares y hacerse parte de tan valioso tesoro que tenemos con nosotros, las personas mayores. Una sociedad que no los cuida, ni reconoce lo que ellos pueden aportar está condenada a repetir los mismos errores una y otra vez.
Todos tenemos una responsabilidad con las personas mayores, cuidar de ellos es también cuidar de nuestro futuro, nuestras tradiciones y sobre todo, cuidar la fuente de sabiduría a la que acudiremos cuando tengamos dudas que, por nuestra falta de experiencia y nuestra juventud, no podamos resolver.
El amor no tiene límites, entreguemos parte de él a nuestras personas mayores. Como dijo La Madre Teresa de Calcuta, «El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio».