Los cuatrillizos Melita, Antonia, Ignacio y Alfredo Abraham (26) forman parte de la familia más destacada del último tiempo en el deporte chileno. Los cuatro hermanos cosecharon estos días tres medallas de oro, una de plata y una de bronce en los Juegos Panamericanos Santiago 2024.

La familia originaria de San Pedro de la Paz realizó sus hazañas en la laguna Grande, cuerpo de agua considerado a estas alturas el patio de su casa, pues es el lugar donde crecieron como deportistas.

«Es un sueño estar acá. Detrás de este pendón estaba mi club de remo, súper humilde, que construimos cuando empezamos a remar a los diez años. Es una emoción tremenda recibir una medalla en mi país», aseguró Melita, la mayor de la familia.

Tanto Melita como Antonia acumulan un oro, una plata y un bronce del Cuatro sin timonel Femenino (W4-), Cuádruples femenino (w4x), y Ocho con timonel (8+) respectivamente, y les restan dos regatas para este miércoles.

«Hoy día sacamos dos, ayer la de plata; estaba buscando la de oro, eso sí. Así que ya llevo tres medallas«, recalcó, adelantando que «mañana me quedan dos regatas y estoy lista para seguir dándolo todo, a pesar del cansancio. Estamos en Chile y voy a dejarlo todo por mi país»

Del mismo modo se refirió al nivel de infraestructura que goza actualmente el remo nacional. «Es súper importante porque es una pista de último nivel, cualquiera que le preguntes te dirá que es una pista de último nivel, del país que sea», aseguró.

«Hay que sacarle provecho a esto. Ojalá que se mantenga, que se le dé continuidad porque Chile tiene buen remo y ya estamos viendo que es un deporte estratégico en el país», afirmó.

Anécdota para la historia

En otro plano, Melita fue consultada acerca del historial colaborativo con su hermana Antonia, ya que junto a ella logró las tres medallas de los últimos días, instancia en que reconoció que de niñas no querían competir juntas. «No creo que haya hermanas que no hayan peleado con sus hermanas«, admitió.

«Típico que en nuestras primeras salidas nos pusimos a pelear, cuando teníamos entre 8 o 10 años, en el fondo de la laguna y veían que el bote no se movía y era porque no queríamos remar juntas«, contó entre risas.

«Pero nada, los sueños y la ilusión nos ha ido uniendo y ya está: somos inseparables«, cerró la triple medallista.